Es de libro

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domingo, 16 de febrero de 2014

Perros diabólicos

A lo largo de la historia y en diferentes culturas y lugares de la tierra se han dado muchas leyendas que hablan sobre los caninos de ojos rojos y pedigrí negro de tamaño colosal los cuales arrastran cadenas y devoran a las personas. Aunque se les otorgue muchos nombres distintos,  siempre tienen las mismas cualidades. Esto nos da a entender que es posible que una raza de caninos usualmente violentos e impulsados a atacar a las personas pudo o puede aun en nuestros tiempos existir. Aquí mostramos los diferentes leyendas sobre las apariciones de estas bestias:

El perro de San Francisco, se trata del espanto del perro de piedra que existía en el antiguo convento de San Francisco, el cual pasó posteriormente al Batallón Bolívar. Este perro era de gran tamaño y se presenta sentado mirando hacia el muro oriental. Los tunjanos creían que en horas avanzadas de la noche, se sentía un extraordinario terror cerca del perro: escuchaban sus aullidos, el arrastre de cadenas, ladridos terribles y ojos con fuertes luces.
Representación de perro diabólico


El perro negro belga se llama Kludde. A pesar de que suele tener el aspecto de un perro gigantesco, también se manifiesta como un gato, una rana, un murciélago o un caballo. En todas sus formas puede ser identificado por las cadenas que se arrastran por el suelo y por la llama azul que brilla alrededor de su cabeza

Mauthe suele aparecer en el cuartel del castillo de Peel, en la isla de Man. Para probar su valentía, un soldado ebrio entró en una ocasión en el cuartel a solas, pero perdió el habla y murió tres días después.


Algunas leyendas sobre perros negros se basan en acontecimientos reales. Entre 1764 y 1767, una misteriosa criatura similar a un lobo supuestamente atacó y mató a unas cien personas en la zona del centro-sur francés. Llamada bestia de Gévaudan, la criatura era tan grande como una vaca, y tenía el pecho amplio, una cola larga terminada en un mechón de pelo, orejas grandes y puntiagudas y una boca enorme con colmillos salientes. Los habitantes de la zona creían que se trataba de un hombre lobo o una hechicera que había adoptado la forma de un monstruo para alimentarse de carne humana. 

A pesar de que el rey francés Luis XV envió a sus mejores cazadores de lobos a perseguir al animal, la bestia fue finalmente derrotada por un cazador de la zona, Jean Chastel, quien aseguró haber rezado y leído la Biblia antes de su triunfo. 



Según la leyenda, durante la construcción del monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid) un misterioso perro negro aterrorizaba a los obreros por las noches, obstaculizando las obras. Quizás el perro infernal protegía el lugar, pues se ha atribuido a El Escorial el ser una de las puertas del Infierno que se extienden por el mundo (otra de las cuales estaría en la ciudad italiana de Turín); ésta fue una de las razones por las que Felipe II mandó construir el monasterio en este lugar: para mantener cerrada dicha puerta. 
El perro fue encontrado y se ordenó que se le ahorcase en una de las torres del monasterio, donde permaneció mucho tiempo. 
Cuando Felipe II regresó definitivamente a El Escorial para morir, desde su lecho de muerte, siguió oyendo los ladridos de ese perro infernal, que ya había sido sacrificado hacía años. 
El perro está ligado con la trilogía de los elementos Tierra, Agua y Luna. Desde Anubis a Cerbero, pasando por Thot y Hermes el perro ha prestado su figura a todos los grandes guías de las almas especialmente en nuestra cultura occidental.  
En Canarias, tendríamos al Tibicenas, que eran considerados como perros gigantes de espeso pelaje negro, que vivían en las cuevas del Teide y sólo salían de noche para deambular por los barrancos. Nunca salían de día y en la oscuridad se les distinguía por sus largos colmillos afilados y por sus refulgentes ojos. El hecho de vincularlos a las cuevas y al azufre de los volcanes, le aporta ese carácter maléfico, de submundo. 
 
 
Tibicenas

También en Canarias existen los Yrune. Se dice que los que se los han encontrado alguna vez, han quedado mudos de forma misteriosa y para siempre. Según los lugareños de la isla de Tenerife, son la reencarnación del Dios de la maldad y las Tinieblas, llamado Guanota, que enviaba a estos perros sanguinarios para proteger la entrada a las moradas infernales situadas en el Teide.  
También encontramos a los Verdines, que eran perros negros muy feroces y famosos por lo grandes que eran. 

En los Pirineos franceses tenemos a los Sinagríes, estas criaturas fantásticas de aspecto indeterminado, pero que suelen adoptar la forma de perros negros muy feroces que muerden a traición a los viajeros solitarios por la noche.  
En Cataluña tenemos a la Bestia de Borbotó, a pocos kilómetros de Valencia. En 1990 un animal cánido de color negro merodeó por sus campos. Las marcas en los árboles y las extrañas huellas fueron también observados por los pueblos vecinos. Los testigos describían al animal como de color negro muy oscuro que andaba con el lomo hundido pegado al suelo y poseía una larga cola. la cabeza era similar a la de un perro y sus movimientos no se parecían en nada a los de un felino.
 

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