La muerte madrina es
una leyenda escrita por los hermanos Grimm.
Esta leyenda cuenta la historia de un hombre que vivía en la
humildad y que tenía muchos hijos. Cuando su decimotercer hijo estaba a punto
de nacer, decide buscar un padrino o una padrina para que se encargue de que no
le falte de nada.
Primero pasa Dios, y le dice al campesino que él
será el padrino del niño. El hombre rechaza su ofrecimiento diciendo que Dios
no reparte con justicia entre todos los hombres. Más tarde, llegó el diablo con
la intención de ser el padrino y, de nuevo, el campesino rechazó la oferta
diciendo que el demonio engañaba a los hombres. Por último, la muerte se acercó a hablar con
el campesino y le dijo: Yo seré la madrina de tu hijo. Yo trato a todos los
hombres por igual, ya sean ricos y pobres. Prometo que haré que a tu hijo nunca
le falte nada y lo convertiré en un hombre de provecho.
El campesino aceptó y la muerte se convirtió en la
madrina de su hijo.
El niño creció hasta ser un muchacho fuerte y
sano. Como la muerte prometió, nunca le faltó nada. Un día, la muerte se
presentó ante su ahijado y le dijo que lo siguiera. El muchacho fue guiado
hasta un bosque, donde la muerte le dijo que lo convertiría en un gran doctor.
Le señaló unas hierbas que crecían en un árbol y le dijo: Cuando vayas a ver a
tus pacientes, yo siempre estaré a tu lado. Si me encuentro en la cabecera de
la cama, significa que el enfermo se curará. En ese caso, dale estas hierbas.
Si, por el contrario, me encuentro a los pies de la cama, el enfermo morirá y
yo me lo llevaré.
Por último, la muerte le dio una advertencia al
muchacho: Ni se te ocurra darle esta hierba a alguien sin mi consentimiento. Si
lo haces, lo pagarás caro.
En poco tiempo, el muchacho ya se había vuelto un
médico famoso y de prestigio. Todos decían que, con solo ver al enfermo, podía
decir si se curaría o no. Un día, el rey se puso enfermo y fue el joven médico
el que se hizo cargo de su revisión. Cuando vio que la muerte estaba a los pies
de la cama, pensó en engañar a su madrina. Cogió al rey y lo puso del revés, quedando
sus pies en la almohada. Entonces, le dio la hierba y el rey recuperó su salud.
La muerte, muy enfada, fue a ver a su ahijado y, después de perdonarlo, le dijo
que si volvía a engañarla se lo llevaría con ella.
Poco después, la hija del rey cayó enferma. El rey
le prometió al médico que le dejaría casarse con su hija si conseguía curarla.
El muchacho vio que la muerte estaba a los pies de la cama de la princesa y
decidió pasar por alto la amenaza de su madrina y curar a la princesa.
La muerte apareció, tal y como había dicho. Agarró
con fuerza al muchacho y lo llevó a una cueva en la que había miles de hileras
de luces. La muerte le explicó que las velas representaban a las personas y que
cuanto más tiempo de vida le quedaba a esa persona, más fuerte y brillante era
la luz. El médico quiso saber cuál era su luz y la muerte le señalo una a punto
de consumirse. El muchacho le regó que avivara la llama de su luz y la muerte,
rencorosa, hizo como si fuera a concederle su deseo. Entonces, tiró la luz de
su ahijado al suelo y el muchacho acabó en las garras de la muerte.
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