En la mitología nórdica, Balder era el hijo de Odín, el más importante de los dioses. Un día, Balder comenzó a tener pesadillas con su propia muerte. Firgg, su madre, decidió hacer que todos los dioses de todos los elementos juraran que jamás herirían a su hijo.
Así lo hicieron y Balder se volvió invulnerable. Los dioses crearon un juego que consistía en que Balder recibiera los golpes que ellos le lanzaban si recibir ningún daño.
Loki, el dios travieso, no estaba de acuerdo con que Balder fuera inmune a todo, así que se disfrazó de anciana para hablar con Frigg y ganarse su confianza. Frigg, quien desconocía que la anciana era Loki, se lo contó todo, incluyendo que el único elemento al que no había obligado a someterse a juramente era al muérdago, puesto que lo consideraba una planta demasiado joven.
Loki hizo una flecha con muérdago y se integró en el juego de los dioses. A un dios ciego le dijo que él le dejaría su arma y le diría donde esta Balder. El dios ciego no sabía que el arco estaba cargado con una flecha de muérdago y disparó a Balder, hiriéndolo de muerte.
Frigg, muy apenada por la muerte de su hijo, fue a ver a la diosa de la muerte. Ésta le dijo que dejaría que Balder volviera al mundo de los vivos si todos los seres de la Tierra lloraban su pérdida. Frigg recorrió de nuevo todo el mundo, convenciendo a todos de que lloraran la pérdida de su hijo.
Cuando creía que podría devolverle la vida a su hijo, se dio cuenta de que Loki no lloraba la pérdida de Balder. Frigg trató de convencerlo, pero Loki se negó, condenando así a Balder por toda la eternidad.
Representación de Frigg junto a su telar
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